lunes, 26 de noviembre de 2012

Brutos besos




Te mando besos con olor a café humeante
de los que calientan las manos en invierno.
Y besos con olor a libro nuevo
y caricias con zumbidos de viento,
con hojas de palmera,
que se mueven y hacen fffffffffffffffffffff.

También besos de nubes,
de las que pasan re rápido
y parecen pinturas en movimiento.

¡Y un abrazo de Cuidadoquetecaés!
Aunque en verdad estés firme y quietita.

Mando, mando, también,
susurros que dicen cosas lindas mientras dormís,
para que si hay suerte
las incorpores a tus sueños y sueñes más lindo.

Dispuse además veinte besos en una catapulta;
te los voy a ir tirando,
así que no te asustes si en el techo de tu casa
se oyen algunos “¡Plum! ¡Plum! ¡Plum!”;
es que nunca aprendí a ajustar las distancias,
y a veces le erro.

¡Ah! Y puse algunos besos 
en unas pompas de jabón,
de esas con muchos colores ¿viste?
Así que estate atenta para agarrarlos
a medida que las pompas vayan reventando,
no sea cosa que por despistados
caigan en cualquier lado.

Te iba a escribir un poema también,
pero no me dio el tiempo.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Ya todos sabemos





Ya todos sabemos que el regreso
es siempre un malentendido:

ni uno es el mismo que fue,
ni el otro es el mismo que ha sido,
ni siquiera el lugar del regreso
sigue siendo el mismo.

Ya todos sabemos,
pero igual insistimos,
con quesdetuvidatantotiempo,
con aversinosjuntamosundiadestos.

Y aunque todos ya sabemos,
nos seguimos juntando,
a contar las mismas anécdotas,
a comentar los mismos recuerdos,
que son una especie
de potenciales nuevas aventuras
que nacen muertas.

El regreso no existe,
al menos no más allá de la farsa,
más allá del malentendido cómplice.

Y a mí, un poco, eso,
como que me da ganas de llorar.